Beverly Hills: 100 años de glamour

  • Plagada de joyerías, tiendas de moda y turistas, «el triángulo de oro» está decidida a preservar su historia más allá de los estereotipos del cine y la televisión.

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    Sinónimo de lujo y ostentación, Beverly Hills ha echado la vista atrás para celebrar su centenario decidida a tomar conciencia de su historia más allá de los estereotipos del cine y la televisión que «pueden ser algunas veces un poco injustos», explicó a Efe su alcalde, John A. Mirisch.

    Constituido como municipio el 28 de enero de 1914, su imagen de esnobismo y glamour es un fenómeno relativamente reciente muy relacionado con las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial.

    Tras la conflagración que arrasó Europa, las marcas internacionales más exclusivas encontraron acomodo en las tranquilas calles comerciales de esta pequeña urbe residencial que desde el primer tercio del siglo XX se había ido convirtiendo en el hogar de muchos artistas dada su proximidad con los estudios de Hollywood.

    Así surgió lo que hoy se conoce como el «triángulo de oro», un área situada entre los bulevares de Santa Mónica, Wilshire y la calle Rexford, que atraviesa por su parte central la icónica Rodeo Drive, plagada de joyerías, tiendas de moda y turistas.

    Rodeo debe su nombre a la empresa Rodeo Land and Water Company fundada en 1906 por grupo de inversores que compraron el terreno, antes campo de legumbres, convencido de que encontrarían petróleo.

    En el subsuelo hallaron grandes acuíferos y terminaron por cambiar la idea de su negocio. Al frente de ese proyecto estaba Burton E. Green, que bautizó la zona como Beverly Hills inspirado por Beverly Farms, Massachusetts.

    La abundancia de agua favoreció la construcción del suburbio que luego sería ciudad, mismo recurso que aprovecharon sus primeros habitantes, lo nativos gabrielinos, que llamaban al sitio «la confluencia de las aguas», cuando éstas desembocaban en torrentes desde las colinas.

    Los españoles tradujeron aquello como «El rodeo de las aguas», y así también fue conocido el rancho de ganado en el que se convirtió todo aquello que pasó de mano en mano sin pena ni gloria hasta la irrupción de Green, impulsor de la ciudad donde al principio pocos querían asentarse.

    Para despertar interés, construyó en medio de ninguna parte en 1912 el conocido Beverly Hills Hotel y apostó por el lujo. Los trabajadores del entonces naciente Hollywood empezaron a llegar.

    Fue la pareja de moda del cine mudo, Mary Pickford y Douglas Fairbanks, la que se encargó de poner a Beverly Hills en el mapa al levantar allí su mansión. Otros les siguieron.

    En su despacho en el ayuntamiento, Mirisch, que dejó su empleo como ejecutivo de la industria del cine para ser alcalde, guarda una guía telefónica de 1954 que enseña con entusiasmo. En sus páginas se encuentran los hermanos Marx, junto con su profesión y su dirección de entonces.

    La lista de residentes célebres en la ciudad es muy extensa, desde Marlene Dietrich y Fred Astaire, hasta Marlon Brandon, Charles Chaplin, Rita Hayworth, Frank Sinatra o Jack Nicholson.

    Esa relación con el mundo del espectáculo es lo que, a juicio de Mirisch, ha despertado «fascinación» y «misticismo» sobre la ciudad que en el imaginario colectivo se suele identificar con el distrito postal 90210, el barrio más caro de EE.UU., donde entre julio de 2012 y junio de 2013 se vendieron 18 casas por 10 millones de dólares o más.

    Foto: EFE

    Foto: EFE

    Pero el alcalde recuerda que también son Beverly Hills los distritos 90211 y 90212, que más de la mitad de los 34.000 habitantes de la urbe viven de alquiler y que no son pocos los que tienen una economía modesta y se quedan en la ciudad «para poder mandar a sus hijos a buenos colegios públicos».

    «El estereotipo de 90210, los superricos, el ‘glamour’ y el esnobismo puede ser algunas veces un poco injusto, aunque tenemos unos pocos de esos también», indicó Mirisch, que insistió en que Beverly Hills es «cosmopolita» y «acogedor», lejos de la percepción altiva generada por «Pretty Woman» o la serie «Beverly Hills, 90210».

    Mirisch destacó la importancia de que la ciudad haya logrado tener una identidad propia diferente al gigante adyacente, Los Ángeles, y aseguró que uno de sus objetivos es preservar el patrimonio, hasta ahora descuidado, frente a los variopintos deseos de los millonarios.

    La casa de Pickford y Fairbanks fue derribada en 1988 para que la actriz Pia Zadora, que creía que el inmueble estaba encantado, levantara otra en ese solar, lo mismo ocurrió con la propiedad del compositor de clásicos como «They Can’t Take That Away From Me» y «Shall We Dance», George Gershwin, demolida en 2005.

    «No hemos hecho un buen trabajo valorando la historia que tenemos», reconoció el alcalde que espera que la celebración del centenario, que incluye un concierto y la realización de un documental, eduque sobre la importancia de conservar el legado de Beverly Hills. EFE

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