- septiembre 29, 2014
El actor y director Ben Affleck se pone a las órdenes de David Fincher en «Gone Girl», «thriller» que ha abierto el Festival de Cine de Nueva York y que, además de sus giros de guión, esconde una reflexión sobre el caos de identidad de la sociedad contemporánea.
«La identidad es algo cada vez más escurridizo», dice el actor estadounidense, que interpreta en este filme a Nick Dunne, un hombre cualquiera, más tendente a lo miserable que a lo brillante, que se siente incapaz de explicar a la opinión pública cuál ha podido ser la causa de la desaparición de su mujer.
Ese desconcierto que provoca el desconocimiento que tiene sobre la vida de su esposa (encarnada por Rosamund Pike) hace que todas las sospechas recaigan inmediatamente sobre él.
«Los medios siempre quieren que interpretes un papel, particularmente cuando te lo asignan ellos mismos: si no eres el marido de luto cuando tu mujer desaparece, se decepcionan y piensan que hay algo raro, que no puede ser verdad. Que no eras un buen marido, el asesino… Te dan otro papel», explica a Efe Affleck.
Efectivamente, Fincher, apoyado en la novela superventas de Gillian Flynn, vuelve a hacer antropología a ritmo de «thriller», a explorar cómo hoy en día es más creíble una persona con varias identidades que un hombre que parece no ajustarse a ninguna. El eterno esfuerzo por parecer lo que eres.
«Hoy nos sentimos más cómodos con la múltiple identidad, porque somos libres de construirla en nuestros perfiles de Facebook, Instagram. La identidad se convierte en algo más escurridizo y la gente, apoyada en el anonimato de internet, se ha acostumbrado a transitar varias identidades», asegura quien tendrá como próxima identidad nada menos que a Batman.
De momento, en «Gone Girl» produce una mezcla explosiva entre la tendencia de los medios a etiquetar a los personajes públicos y la tendencia del hombre del siglo XXI ha dominar la narrativa de su propia vida.
Y eso, aplicado al amor, tiene un historial más añejo. «Sacamos diferentes caras para atraer a los demás. Puede ser falsa, o puede ser solo media cara… Luego tienes que mantenerla y, una vez que ya te quitas la máscara, tienes que decidir: ¿nos amamos o nos matamos?», asegura el ganador de dos Óscar, uno como guionista por «Good Will Hunting» y otro como productor por «Argo».
«Tengo dos Óscar, David Fincher. Cuando los consigas quedamos», bromea sobre un director eternamente nominado que, en realidad, es mucho más reputado que él (gracias a clásicos contemporáneos como «Se7en» y «The Social Network») y en el que confió plenamente en el rodaje.
«Sabía que el material que grabara acabaría en la película de la mejor manera posible. Respeté sus decisiones en todo momento y, aunque quizá no lo parezca, es un tipo muy divertido», asegura sobre un magnífico creador de atmósferas.
Así, del ambiente gris teñido de humor absurdo que Fincher siembra en el filme emergen un tupido tapiz de miserias, proyecciones, frustraciones y patologías. «Es la típica historia de amor de David Fincher», ironiza Affleck, «Todo sobre muerte, sexo, traición, odio y misantropía», añade.
Haciendo malabares con todos esos conceptos graves, el gran reto de Affleck y Fincher era, precisamente, dar una inquietante ligereza al conflicto del protagonista, a ese hombre que no toma decisiones y que actúa de manera prácticamente aleatoria, según la vida va pasando.
«Me gustó este personaje porque tenía que ser real, no tenía que generar empatía, solo ser natural. Nunca podía ser demasiado bueno ni demasiado malo, sino ajustarme a ese balance, mantenerme en el equilibro sobre las cuerdas», asegura.
Y «Gone Girl» juega con esa tensión del despiste, con alguien que nunca se sabe muy bien por dónde va a salir. Es, al fin, un pulso a los peligros de una sociedad sumamente manipulable y aburrida que se inquieta ante lo imprevisible.
Affleck hace un paralelismo con esto y su propia vida, en la que fue alzado como joven talentoso cuando estrenó «Good Will Hunting», devorado por la prensa rosa como pareja mediática junto a Jennifer López, puesto en duda por sus problemas con el alcohol y denostado como actor hasta, finalmente, convertirse en director de prestigio y convertir su «Argo» en la mejor película de 2012.
«Así es el mundo de las celebridades. Siempre esperan que digas lo que tienes que decir. O en el del deporte. Los deportistas no dicen nada que no sea ‘gracias a Dios que hemos ganado’ o ‘hemos hecho lo que hemos podido’. Siempre lo mismo, siempre igual», se queja.
«Gone Girl» se estrenará en salas comerciales de Estados Unidos el próximo viernes, mientras que el día 2 de octubre llega a Argentina y el día 10 a España, donde se verá con el nombre de «Perdida». EFE/Mateo Sancho Cardiel