Una investigación reveló que el color y la forma del plato influyen en la percepción del sabor de una comida.
Peter Stewart, profesor de psicología en la Universidad Memorial de Terranova, Canadá, y su compañera de investigación Erica Goss dirigieron un experimento para saber cómo la gente percibía el sabor de una comida servida en platos distintos. El mismo pedazo de torta de queso fue servido en platos blancos y negros, redondos y cuadrados.
¿El resultado? Los platos blancos y redondos mejoraron algunos juicios básicos.
“Las calificaciones de dulzura e intensidad eran más altas cuando se servía en platos blancos redondos. Lo mismo ocurrió con las calificaciones de calidad y gusto”, explica Stewart. Pero, ¿por qué?
“El aspecto familiar del plato blanco redondo puede ser la razón”, dice Stewart, “pero también es posible que asociaciones aprendidas hayan influido en esas calificaciones. El color blanco tiene asociaciones implícitas con la pureza, el brillo y posiblemente la limpieza (entre otras muchas cosas, sospecho) y esto detona efectos de toda clase. Incluso podría ser tan simple como que el azúcar es blanca… No hay una respuesta clara”, confiesa.
No obstante, estar consciente de que la comida en un plato blanco y redondo se percibe como más dulce podría alterar la forma en que los chefs sirven sus postres. Si son muy dulces, quizás no deban servirse en un plato blanco, explica.
Investigaciones anteriores ya habían demostrado que, al igual que la vajilla, los cubiertos pueden influir en el sabor de alimentos, así como el ambiente, el olor, el sonido y la forma y el color.