Me doy cuenta de que me siento inferior a los demás, que no reconozco mis logros o lo positivo de mi persona, que tal vez me siento muy dependiente de la aprobación del otro y que, como consecuencia, mi capacidad de acción se ve limitada y, consecuentemente mi capacidad de acción.
Pero, ¿qué puedo hacer al respecto para mejorar esta forma en que me veo a mí misma? En este artículo te cuento los tres primeros pasos:
Paso 1: Reviso los hechos de mi vida, cómo los interpreto y cambio mi interpretación.
Recuerda que la autoestima se construye sobre los hechos que consideras importante en tu vida y las valoraciones (positivas o negativas) que haces de esos hechos. ¿Qué consideras importante en tu historia? ¿Qué valoración le estás dando? ¿Qué otra interpretación le podés dar?
Lidia se siente muy mal por ser una mujer divorciada, piensa que el fracaso de su matrimonio indica que, a su vez, es una mujer fracasada. Sin embargo, ese matrimonio le dio los dos maravillosos hijos que tiene, a la vez que le permitió vivir muchos momentos felices. Al conectarse con esa otra interpretación, su nuevo estado de ánimo hacia sí misma, permitió que pudiese abrirse a nuevas relaciones.
Paso 2: Me conecto con lo que se puede cambiar… ¡y lo cambio!
En nuestra vida siempre tendremos cosas que no podemos cambiar y cosas que sí podemos. Es nuestra elección con cuál de ellas nos conectamos. Si estamos “enganchadas” con lo que no podemos, estaremos en el enojo, frustración e impotencia. Mientras que si me conecto con lo que sí puedo cambiar, transitaré por emociones como las ganas, la ambición, la alegría y la satisfacción.
Natalia se sentía frustrada porque estaba en una profesión que no le gustaba. Sin embargo, seguía dedicándose a lo mismo, aumentando su frustración y su desgano.
Conectarse con lo que realmente le gustaría hacer en la vida y comenzar a accionar hacia esa profesión le permitió reencontrarse con su propósito de vida y con lo que le hacía feliz.
Paso 3: Escucho cómo me dirijo a mí misma y cambio mi conversación
Somos personas de autoridad para nosotras mismas. Si yo digo que está mal, ¡seguro está mal! Por ello, es importante que nos escuchemos e identifiquemos los juicios negativos que tenemos hacia nuestra propia persona. “¡Qué boba!”, “¡Soy una inútil!”, “Solo a mí me pasa”, “Yo ya otra vez…” son expresiones que no solo no solucionan el problema, sino que también van desgastando mi autoestima. Entonces, ¿para qué las decimos?
“Soy una madre muy mala”, me dijo Luisa. No puedo estar con mis hijos la mayoría del tiempo y cuando estoy con ellos es para reclamarles cosas. Ahondando en el tema, el tiempo en que ella no podía estar era entre las seis y las ocho de la noche. Sin embargo, estaba con ellos en el desayuno, los llevaba a la escuela, podía asistir a todas las reuniones del colegio y buscarlos a la salida. Asimismo, revisando sus reclamos los mismos eran sobre tareas, hábitos de salud y demás. Algo que ella misma asumió que como madre, era importante hacer, solo que le gustaría suavizar la forma en que lo hacía, para que sus hijos pudieran recepcionar mejor lo que ella le decía.
Entonces, ¿era una madre muy mala? ¿comparada con quién? ¿de qué forma?¿para qué se decía lo que se decía? ¿Qué efecto generaba en ella misma y en sus hijos?
Te invito a comenzar a accionar sobre estos tres primeros pasos… ¡La próxima semana compartiré contigo más! Y recuerda, tu autoestima depende de ti y tu puedes pasar a liderar tu vida y eliges una forma diferente de verte a ti misma.