- agosto 7, 2014
Icono feminista o símbolo de sensualidad, el sujetador es una de las prendas femeninas con más siglos de historia.
Con virtud para seducir y con gran poder para sujetar, el sostén tiene una larga historia que comienza allá por el año 4.500 antes de Cristo, cuando el pecho de la mujer demanda sujeción, una prenda que ha ido evolucionado en función de la cultura y de las modas.
Según la historia, el primer sostén data del año 4.500 a.C., de Creta, lugar donde las mujeres lucían un práctico sujetador que les permitía llevar los senos al aire, de lo cual da fe una figura de loza vidriada que representa a la diosa de las serpientes de la civilización minoíca.
En la Roma y Grecia clásicas, las mujeres volvieron a taparse el pecho con una especie de faja que les sujetaba el pecho, espontáneo vendaje que también utilizaron las vikingas.
Una ligadura que dio paso al corsé en la Edad Media, prenda íntima que redujo la cintura, oprimió el vientre y realzó el pecho de la mujer hasta finales del siglo XIX, cuando Marie Tucek lanzó una prenda que sujetaba cada mama mediante una bolsa con unos tirantes que se ataban a la espalda, cuenta Francesc Puertas en “El sostén. Mitos y leyendas” (Arco Press).
Siglo XX, el gran momento del sostén moderno
Años mas tardes, en 1907, Pierre Poiret presentó en París un modelo confeccionado con una tela sedosa y armado con finos alambres, un gran avance en comodidad y sujeción, pero fue Mary Phelps Jacob, tras patentar esta prenda en 1914, quien se convirtió en la inventora del sujetador moderno.
Algunos historiadores atribuyen la creación del sostén a la francesa Hermine Cadolle, que en 1889 dividió el corsé en dos.
Con ese invento, Mary Phelps abrió un camino, pero era una tarea complicada y decidió vender su patente a Warner Brothers Corset Company de Bridgeport por 1.500 dólares de la época.
Sin embargo, ocho años antes, el afamado diseñador Paul Poiret ya había emprendido una batalla contra el corsé, lo que le llevó a confeccionar vestidos de patrones sencillos, los cuales caían desde el pecho hasta los tobillos.
No hay mal que por bien no venga. El desenlace de la Primera Guerra Mundial obligó a Estados Unidos a pedir a todas las mujeres que entregaran sus corsés con el fin de convertir las varillas en material bélico, acción que desterró a esa prensa del vestuario femenino.
Durante los felices años veinte, al mismo tiempo que la actriz Mae West popularizaba esta prenda, la modista judía de origen ruso Ida Rosenthal ideó diferentes tallas de sujetador en función de la anatomía de la mujer, una brillante idea que permitió a la mujeres llevar el sujetador con mayor confort.
Rosenthal, que creó la marca Maidenform, clasificó a las mujeres en función de la edad, el tamaño del busto y la musculatura corporal.
La evolución del sostén
La evolución del sujetador dio un vuelco en la década de los 50. Se puso de moda el “buller-bra”, un modelo con copas picudas que levantaba mucho el pecho y otorgaba a la mujer un aspecto sensual.
La industria cinematográfica propició grandes cambios en el sujetador. Howard Hughes, el obsesivo director y productor de cine, pidió a un ingeniero aeronáutico que construyera una pieza de sujeción para el pecho de una debutante Jane Russell, que protagonizaba “The Outlaw” (“El forajido”), filme que él producía.
La actriz Marylin Monroe se declaró fan de este modelo puntiagudo, que exhibió en el filme “Con faldas y a lo loco”, una pieza de ingeniería, cuya transformación principal vino de la mano del cine.
En estos años, aparecieron los primeros sujetadores sin tirantes, y la lycra fue el material estrella para confeccionar sostenes.
Desde entonces, las idas y venidas han sido constantes. En mayo del 68, las feministas reivindicaron la liberación de la mujer quemando en público sujetadores.
En los setenta el sujetador padeció el desprecio de la mujer y se reinventó con ciertas notas deportivas y ergonómicas. En la década de los ochenta, resurgió lleno de encajes, blondas y puntillas.
Durante los noventa, con el movimiento del culto al cuerpo, la lencería vive su época dorada y se presenta con copas especiales y rellenos para realzar la belleza y la sensualidad de la mujer.
Aunque nació con vocación de vivir con vistas al interior, el sujetador salió al exterior de la mano de Jean Paul Gaultier, que reinventó para Madona un modelo de los años cincuenta.
Los nuevos materiales, junto con el desarrollo de I+D, ha llevado al sujetador a ser una pieza imprescindible para la mujer. Hoy, en el mercado se pueden encontrar diseños para todos los gustos y actividades.
Últimamente, cantantes y actrices como Rihanna, Jennifer López o Gwyneth Paltrow prefieren evitarlo y sumarse a la tendencia “bra-less”, que invita a dejar el sujetador en casa. EFE/ Carmen Martín.