- febrero 9, 2014
Los episodios vitales más traumáticos, como la muerte de un ser querido, la pérdida de un empleo o una ruptura sentimental, sacuden inesperadamente nuestra cotidianidad y nos suelen sumergir en una crisis existencial. En estas ocasiones es habitual que surjan dudas sobre nuestro proyecto vital y, por ende, que reaccionemos y reconfiguremos nuestra escala de prioridades nos dice un artículo de Iván Gil en El Confidencial que reproducimos aquí:
La psicóloga y coach Christina Curtis, hace unos años, estuvo a punto de perder a su hijo pequeño. Cuando se recuperó del fuerte susto, no sin transitar por unas emociones cargadas de miedo y negatividad hacia la vida, volvió a mirar al futuro, pero esta vez con un foco completamente diferente que le ha dado un mayor coraje para luchar por sus metas y alcanzar la verdadera felicidad.
Para Curtis no es necesario pasar por estas traumáticas experiencias para darle un giro a nuestras vidas y comenzar a disfrutar de cada momento, aunque “al igual que un tren que echa a andar, se necesita una locomotora que lo impulse”. Este primer golpe puede venir de una madurada reflexión que un día, sin saber muy cómo, nos hace dar el paso. El estudio Locomotion and assessment de la Universidad de Singapur, viene a explicar que una vez que nos ponemos en marcha para conseguir algo, las recompensas obtenidas nos seguirán impulsando para seguir luchando por lo que queremos.
Contrariamente a la ‘metáfora de la locomotora’, “si nos paramos constantemente a evaluar nuestra realidad, quejándonos de los problemas reales o imaginarios, entonces no arrancaremos y nunca alcanzaremos nuestras metas”, según matiza Curtis. La coach, desde su experiencia personal y avalándose en sus estudios de psicología positiva, propone las tres claves para “accionar” la máquina del tren de la vida y ser lo más felices posibles durante el trayecto.
1-Marcarse objetivos realistas a corto plazo, incluso para cada día
Establecer objetivos para cada día nos conduce naturalmente a la acción. Los objetivos a corto plazo potencian nuestro empeño, son más eficaces y nos motivan para seguir adelante. Se trata del satisfactorio efecto de los proximal goals, según el concepto acuñado por los psicólogos Albert Bandura y Dale Schun. Por el contrario, los objetivos planteados a más largo plazo y alejados de la realidad inmediata, “no logran movilizarnos, nos dispersan y los esfuerzos realizados son menos eficaces”.
Para Curtis es imprescindible hacer una pequeña lista de objetivos para cada día, nunca más de tres y siempre que sean materialmente realizables. “Escribir en un papel y guardar contigo durante el día”. Si los retos que nos planteamos son a todas luces inalcanzables, no lograremos avanzar ni un ápice hacia las metas que nos pongamos. En cambio, si uno va marcándose pequeños objetivos hacia culminar en un objetivo mayor será más fácil motivarse e ir progresando poco a poco.
2-Planificá siempre el “cuándo” y el “dónde”
Vincular una acción o tarea concreta con un espacio y un lugar es clave para activarnos. Los psicólogos Gollwitzer y Brandstatter definen este proceso como implementation intention. Una técnica que, según sus estudios, multiplica por tres las probabilidades de realizar satisfactoriamente aquello que nos propongamos. La razón es que, al determinar el momento en el que se producirá una reacción por nuestra parte, será más fácil que el cerebro se active automáticamente y tengamos más disposición a hacer algo.
En este sentido, la adecuada planificación y la claridad de las metas son dos de los pilares básicos para alcanzar los objetivos marcados. Para una correcta programación es imprescindible aceptar el actual estado de las cosas, sin ser demasiado ambiciosos, pero tampoco conformistas. Los malos hábitos adquiridos y los obstáculos actuarán en contra de nuestra voluntad, y hay que ser conscientes de ello.
3-Rodearse de personas positivas
Las emociones son contagiosas. Todos somos permeables a lo que nos transmiten las personas de nuestro entorno por lo que, en la medida de lo posible, hay que potenciar las interacciones con la gente más positiva, entusiasta y con intereses similares a los nuestros. Las personas que nos rodean pueden ser la palanca que nos motive y nos ayude a reaccionar. Diversos estudios han demostrado que los estados de ánimo positivos fomentan el comportamiento responsable y el desempeño eficaz de las tareas que nos propongamos.
Por el contrario, rodearse de personas con emociones negativas acaba mellando nuestra motivación y son un freno a la hora de alcanzar nuestros objetivos vitales. Una de las claves para avanzar por el camino correcto hacia nuestras metas consiste en aprender a evitar los pensamientos negativos y potenciar los positivos.