El ruido excesivo enferma

  • Aunque parece que nos hemos acostumbrado a convivir con el ruido, en las casas y en las calles, el ruido va más allá de una simple molestia, es causa de una larga lista de efectos fisiológicos y psicológicos.

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    Los sonidos fuertes provocan molestias que van desde la incomodidad hasta daños irreversibles en el sistema auditivo. La presión del sonido se vuelve dañina a unos 75 dB – un concierto de rock o un volumen alto en auriculares puede llegar a los 120 dB. Y cuando se llega a los 180 dB puede causar la muerte, según la Organización Mundial de la Salud.

    Diversos estudios han destacado los siguientes efectos del ruido:

    • Pérdida de audición
    • Interferencias en la comunicación
    • Irritabilidad, nerviosismo, agresividad
    • Problemas mentales
    • Alteraciones del sueño
    • Dolor de cabeza, cansancio
    • Problemas digestivos
    • Aumento de la tensión muscular
    • Alteración de la presión arterial y del ritmo cardíaco
    • Depresión del sistema inmunológico
    • Alteraciones hipofisiarias y aumento de la secreción de adrenalina
    • Aumento del colesterol y los triglicéridos

    Y los niños sufren más, porque se ha comprobado que los menores que estén sometidos a ruidos constantes y fuertes desde la infancia poseen unos niveles más elevados de tensión arterial que aquellos que no lo están. Eso significa que cuando sean adultos padecerán de enfermedades cardiovasculares.

    Además el aprendizaje se ve afectado ya que los niños que viven en hogares ruidosos suelen presentar un menor desarrollo cognitivo y del lenguaje, y presentan peor comprensión lectora. “También pueden sufrir déficits de atención y memoria, disminuye su motivación y pueden aparecer efectos negativos en su autoestima o generar ansiedad”, afirma Jesús de la Osa, coordinador del estudio “Ruido y Salud” del Observatorio Salud y Medio Ambiente de DKV, GAES y Ecodes.

    Te proponemos estos consejos de Jesús de la Osa y María Sainz para el sitio Mujer Hoy así los ponés en práctica en tu vida diaria:
    1. Procurá que la televisión y la radio estén a volúmenes idénticos al de una conversación.
    2. No molestes con tus músicas a nivel elevado, los fines de semana.
    3. Invertí en ventanas aislantes, no te arrepentirás.
    4. Compra electrodomésticos lo más silenciosos posible.
    5. Acostumbra a tus hijos a hablar a niveles moderados (y predica con el ejemplo: no les grites).
    6. Usá auriculares para no molestar a los demás y vigila su volumen. No es necesario que tu vecino escuche tu música.
    7. Si te mudas de vivienda, evitá que sea cerca de alguna discoteca o en lugares de mucha propagación de masas.

     

    Como el cambio siempre empieza por uno mismo, concienciarnos de la toxicidad del ruido es vital. Cuidemos el ambiente sonoro de nuestras casas y nuestro entorno.

     

     

     

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